Falces y el idilio con el viento
La energía eólica y solar ha sumado tecnología y sostenibilidad a la villa navarra, cuna del saxofonista universal Pedro Iturralde y donde se cultivan los mejores ajos del mundo.
La energía eólica y solar ha sumado tecnología y sostenibilidad a la villa navarra, cuna del saxofonista universal Pedro Iturralde y donde se cultivan los mejores ajos del mundo.
El cierzo, como se conoce en Navarra al viento fresco y seco que viene del noroeste, acariciaba las fértiles llanuras de Falces desde mucho antes de que los romanos se asentaran en esta región de clima benigno en el segundo siglo de nuestra era. Llamaron al lugar Falcis, que en latín significa "hoces o cuchillos curvos", quién sabe si por su temprana vocación agrícola o por los meandros que dibuja el río Arga cuando bordea pausado la localidad.
Falces mantiene desde siempre un romance con el viento que templa su clima y orea sus campos. Cuando sopla entre sus callejuelas, parecen escucharse a veces las notas del saxofón que hizo universal a uno de sus hijos más ilustres: Pedro Iturralde, el laureado compositor y músico de jazz que propagó el nombre de su villa natal por todo el mundo y llegó a compartir escenario con la mismísima Donna Hightower.
El mismo viento es desde hace casi veinte años una fuente de empleo y desarrollo para esta localidad de 2.300 habitantes, situada en la Zona Media de Navarra, a 57 kilómetros al sur de Pamplona. Una prosperidad asociada a los parques eólicos implantados en su término municipal, sobre terrenos comunales –propiedad del municipio- que conviven con los vecinos y han dado a su economía una nueva dimensión, vinculada a las tecnologías limpias y a la transición energética.
Valentín García, alcalde durante 8 años y actual concejal, está convencido de que “fue un acierto poner los parques eólicos, porque nos proporcionan casi el 20 % del presupuesto municipal y ello nos permite a los vecinos disfrutar de más cultura, mejores fiestas, mejor urbanismo, en definitiva, de un nivel de servicios que sin los molinos no sería posible”. “Los parques eólicos son una apuesta de futuro -agrega- tanto por lo ecológico, como por lo económico”.
Concretamente, Falces acoge los parques eólicos de Vedadillo (49,5 MW de capacidad) y Moncayuelo (48 MW), así como el Experimental Vedadillo (9 MW), que la empresa propietaria, ACCIONA Energía, utiliza para testar las últimas tecnologías en aerogeneradores. Son en total 68 aerogeneradores que han añadido una nueva faceta sostenible y tecnológica a las señas de identidad de la localidad milenaria.
Asier López, lleva 4 años como empleado de mantenimiento de los parques de ACCIONA Energía en Falces. “Me encanta mi trabajo, porque me puedo desarrollar como profesional y aportar mi grano de arena para combatir el cambio climático”.
Vecino de la localidad próxima de Milagro, aprecia “la posibilidad de vivir en la zona, lo que me permite conciliar mejor entre el trabajo y el hogar”.
En el año 2015, la Asociación Empresarial Eólica, organización que agrupa a las principales compañías, centros tecnológicos y otros agentes del sector eólico en España, reconoció a Falces con el Premio Eolo a la Integración Rural de la Eólica, por su ejemplo de convivencia entre la energía del viento y sus habitantes.
“Para Falces es un orgullo -afirma Valentín- que nos conozcan también por algo tan importante como son las energías renovables, tan necesarias hoy en día. Los vecinos se han acostumbrado a vivir con ellos y la mayoría entiende que son un beneficio para el pueblo”.
Falces es un ejemplo de sintonía perfecta entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la modernidad. Así lo atestigua su moderna actividad agrícola regada por el Canal de Navarra, base de una pujante industria alimentaria, que hunde sus raíces en una vocación agraria centenaria, con los ajos –entre los mejores del mundo, a decir de propios y extraños- como su producto más emblemático. Construcción de maquinaria agrícola y para el procesado de alimentos, industria auxiliar eólica y de automoción, viñedos y bodegas son, entre otras, algunas de las actividades que captan los afanes de los falcesinos y sostienen su elevada calidad de vida.
Los vecinos han sabido hacer compatibles sus profundas tradiciones –como el famoso Encierro del Pilón, carrera extrema con vaquillas bravas que discurre por senderos abarrancados durante sus fiestas de agosto y que data del siglo XVIII- con la apertura a un tiempo nuevo, a un viento nuevo que, como el jazz vanguardista de Pedro Iturralde, forma ya parte de su identidad y de su vida.
El parque eólico de Moncayuelo, el primero instalado en Falces en 2004, es una instalación singular. Seguramente el único que lleva la firma de un artista plástico. El pintor Pedro Salaberri, uno de los más reconocidos entre los creadores navarros, recibió el encargo de diseñar el color de cada una de las torres de sus 32 aerogeneradores –de 80 metros de altura- con tonalidades propias del paisaje donde se enclavan. El resultado es un diálogo armónico entre la naturaleza y la tecnología en colores verdes y ocres.
La subestación del parque de Vedadillo (33 aerogeneradores) es también un ejemplo de integración de instalaciones industriales en un entorno rural. Construida en piedra y adoble según el estilo de la arquitectura tradicional de la zona, nadie diría desde fuera que su interior alberga trafos, cables, armarios eléctricos y el resto de componentes que permiten elevar la tensión de la electricidad producida en el parque para conectarla a la red. Por el contrario, el elemento que más destaca entre los campos de cereal que circundan la edificación es el antiguo horno rematado en punta instalado en recuerdo a los usos tradicionales de aquellas tierras y a las gentes que los encarnaron.
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