Tras veinte años de peregrinaje, y después de haber afrontado guerras, cíclopes, sirenas y tormentas, el avejentado y encallecido Ulises regresó por fin a su añorada Ítaca. Su hijo Telémaco, que apenas había dado sus primeros pasos cuando su progenitor partió, fue incapaz de reconocerlo, como tampoco ningún otro miembro de su hacienda, a excepción de Argos, el anciano perro de la casa, que reunió fuerzas para mover la cola en señal de alegría.
Pocos siglos después y al otro lado del Atlántico, el xoloitzcuintle hizo acto de aparición en las leyendas aztecas como el perro que acompañaba fielmente a los difuntos en el viaje a través del Mictlán, el inframundo prehispánico.
Dicen que los operarios de la mina de cobre de Chuquicamata en Chile extendían la mano para acariciar instintivamente a Spot, un robot de ACCIONA que estuvo trabajando en los túneles del complejo. Es un aparato mecánico, pero se diseñó con forma de perro precisamente para inspirar la confianza atávica que nos ha unido a esa especie durante milenios.
Aunque Spot no experimente las emociones de un animal, sí que comparte con él la capacidad de proteger a los humanos y acompañarlos en toda clase de circunstancias, incluyendo los reinos subterráneos de las galerías mineras o los túneles ferroviarios. Sigue leyendo para conocer más de cerca a este poderoso aliado.