Lo primero que llama la atención al entrar en el remodelado edificio del Museo Arqueológico Nacional es la luz. Un permanente fulgor que inunda el enorme hall y baña cada rincón de la diáfana estancia. Cuando los ojos se han acostumbrado al agradable destello, apenas tardan unos pocos segundos en captar la armoniosa convivencia de acero pulido, piedra natural y madera noble. Su aroma, su tacto, su estruendoso silencio que involuntariamente cohíbe nuestra respiración para no perturbar el eterno descanso de la historia contenida entre estos muros.
¿Qué ha pasado? Hace apenas un minuto estábamos inmersos en la bulliciosa calle Serrano de Madrid, una de las principales arterias de la capital española. Y ahora… ¿acaso el tiempo se ha detenido? No, es algo más allá: hemos viajado atrás en el tiempo. Esta es la historia de cómo ACCIONA ha innovado en el presente para transportar nuestro pasado hacia al futuro. ¿Nos acompañas?
Nuestro viaje comienza en 1862. Bajo el reinado de Isabel II se proyecta la creación de un nuevo edificio al final del madrileño Paseo de Recoletos que pudiera acomodar la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Pintura y Escultura y el Museo Arqueológico Nacional. Este edificio, bautizado como Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, sería construido entre 1867 y 1871 por los arquitectos Francisco Jareño y Antonio Ruiz de Salces. Quizás por entonces no eran conscientes de que estaban sentando las bases de un ambicioso proyecto y a la vez lanzando un desafiante reto a través del túnel del tiempo. Casi 150 años después, recogemos el testigo y les decimos, con todo nuestro respeto, admiración y agradecimiento: misión cumplida, compañeros.
Volvemos a la época actual. Es el año 2008. El MAN es uno de los centros culturales más importantes de España y de Europa con un acuciante problema: sus instalaciones se están quedando obsoletas. La última remodelación data de los años 70 del siglo pasado y cada vez es más complicado hacer justicia a la exposición. Esto, unido a una total inaccesibilidad para personas con movilidad reducida es el mayor hándicap para un museo que aspira a seguir siendo referente.
Es necesario llevar el MAN al siglo XXI sin olvidar que es un BIC (Bien de Interés Cultural) y que por lo tanto su aspecto exterior no se puede modificar. Es aquí cuando entra en escena ACCIONA. Con una reforma integral que durará seis años se consigue dotar a una construcción histórica de las más modernas e innovadoras funcionalidades al servicio de una exposición que, ahora sí, cuenta con un hogar a su altura.
Una soleada mañana de invierno de 2016 volvemos al Museo Arqueológico Nacional con Francisco Romero López, jefe de obra de la remodelación. Han pasado dos años desde que finalizó el proyecto y ocho desde que comenzó. Ya ha explicado en numerosas ocasiones los aspectos técnicos de la obra, pero queremos que hoy, con la perspectiva del tiempo, nos cuente lo que no fue noticia entonces. Para Francisco Romero, hay tres pilares que sustentan esta obra: “Luz, ecoeficiencia, accesibilidad”. Todas las actuaciones fueron encaminadas a darles protagonismo, y desde luego, el resultado salta a la vista. La luz nos acompaña desde el momento que accedemos al recinto y se erige protagonista en los dos patios interiores, sobre los que se colocó un lucernario transparente y dos impresionantes escaleras que vertebran todo el conjunto.
Por su parte, los sistemas de eficiencia permiten optimizar todo el gasto energético del edificio: sistemas de seguridad, ascensores, oficinas, aireación… teniendo en cuenta además las necesidades específicas de las obras expuestas. Por último, el edificio es totalmente accesible no sólo para personas con movilidad reducida, sino también para aquellos visitantes con visión o audición reducida. En colaboración con la Fundación ONCE se han instalado varias estaciones tiflológicas, de manera que es posible tocar y palpar reproducciones exactas de la exposición y leer en braille sus explicaciones. Además, se ha incorporado una instalación de lazo inductivo para favorecer la escucha de los usuarios con capacidad auditiva reducida en determinadas zonas del museo.
Un millón y medio de piezas a desmontar, embalar y trasladar. Mosaicos romanos, grandes yeserías, los arcos de La Aljafería, artesonados mudéjares… Seis meses para proyectar el derribo de un muro sin que afectase a las estructuras. La colocación de 1.500 toneladas de acero -900 de ellas de manera manual-. La participación en el montaje de la exposición. Ante la difícil tarea de tener que escoger una actuación como la más compleja, el jefe de obra de ACCIONA se decanta por “la complejidad de todo el proyecto en el día a día”. Sin embargo, y dando muestras de una vocación incomparable, se apresura a añadir que precisamente esa complejidad era “lo que hacía divertido venir a trabajar cada día”. ¿Hay algo más satisfactorio que disfrutar mientras se superan los desafíos más complicados?
Sí, el hecho de saber que hemos dado continuidad a aquello que otros iniciaron un siglo y medio atrás y que nuestro trabajo ha servido para iluminar algo que llevaba mucho tiempo oculto.
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