Hace mucho tiempo, mis antepasados dominaban esta tierra. Nuestro reino se extendía por los todos los bosques y montañas de la península ibérica, y la estirpe de la que descendemos campaba libremente por toda Europa.
En la primera mitad de la pasada centuria, la población de osos pardos cantábricos se fragmentó en dos núcleos que quedaron incomunicados: físicamente, por la destrucción de los corredores oseros que nos permitían movernos con libertad por toda la cordillera cantábrica; y genéticamente, por falta de intercambio de individuos. Nuestros parientes de occidente habitan los montes de Lugo, León y Asturias. Nosotros, los de la población oriental, moramos un área de unos 2.100 kilómetros cuadrados entre los bosques y montañas de Palencia, León, Cantabria y Asturias. Aquí sólo quedamos alrededor de cuarenta.
Los motivos por los que hemos ido desapareciendo apuntan al ser humano. La deforestación ha provocado la pérdida de nuestro hábitat y nuestra fuente de alimentos. La construcción de carreteras, pistas de esquí y otras estructuras, la caza furtiva, las trampas, los envenenamientos… Todas estas amenazas nos han aislado en este pequeño reducto y han complicado nuestra reproducción y supervivencia hasta el punto de que en los años 80 apenas rozábamos la veintena.
El oso pardo se encuentra amenazado en la península ibérica
Cuando nuestro fatídico destino parecía irremediablemente escrito, llegaron ellos. Eran humanos, pero vinieron para ayudarnos. Corría el año 1992 y la Fundación Oso Pardo se instaló en nuestro entorno para darnos voz, protegernos a nosotros y nuestro hogar y luchar para que no desapareciéramos.
Desde entonces, tanto nosotros como nuestros semejantes de la subpoblación occidental y los que habitan en los Pirineos hemos podido aumentar nuestro censo gracias a la protección que nos brinda la FOP en colaboración con numerosos organismos públicos locales, regionales, nacionales y europeos, así como una serie de compañías privadas. Es precisamente una de estas empresas, ACCIONA, la que está devolviendo a nuestro particular hábitat su antiguo esplendor a través de su Área de Medio Ambiente.
ACCIONA se comprometió a plantar un árbol por cada empleado que participara en su Plan de Movilidad Sostenible completando un test que calcula las emisiones de CO2 en los desplazamientos laborales. De esta manera, la compañía podría conocer el cómputo de emanaciones contaminantes derivado de los viajes de sus trabajadores e incluirlo en su plan de compensación de emisiones.
Para que esta acción tuviera además un beneficio tangible añadido, ACCIONA decidió llevar a cabo esta reforestación en nuestro territorio del Parque Natural de la Montaña Palentina y los montes adyacentes de Cantabria. Hasta la fecha, ACCIONA ha plantado en los últimos cuatro años 14.500 árboles frutales que nos proporcionan alimento y garantizan nuestra supervivencia y la de nuestras crías: cerezos, manzanos, mostajos, pudios, arraclanes y serbal de los cazadores.
Hoy sólo quedamos cuarenta, sí, pero el Bosque ACCIONA nos permite afrontar el futuro con renovadas esperanzas de volver a reinar en los montes de la cordillera cantábrica como hicieron nuestros antepasados hace mucho, mucho tiempo.
Si quieres conocer más proyectos del Área de Medio Ambiente de ACCIONA puedes visitar su página web.