El vestido debía ser amarillo. Era la consigna para que las hermanas fueran reconocidas por los espías aliados en aquel baile de oficiales en el hotel de la estación, dos españoles y dos franceses que más tarde las esperarían en Zaragoza. El objetivo, recoger los secretos militares que ellas portarían clandestinamente. Cartas, fotos, mensajes en francés o en inglés…, documentos entre la Resistencia Francesa y Gran Bretaña o EE. UU. vitales para derrotar a Hitler. Faltaban dos días para aquel viaje entre Canfranc y la capital aragonesa. Sería el primero de los muchos que las hermanas realizaran entre 1940 y 1944 como colaboradoras de los aliados en la Segunda Guerra Mundial…
Aunque bien podría, no es el extracto de una novela de Le Carré. Esto es Canfranc; y ellas, las hermanas Pardo. La gesta de las hijas del vigilante del túnel ferroviario (contada por el Heraldo de Aragón) es una de las más trepidantes y novelescas que nos ha dado la estación de ferrocarril internacional. Pero solo una pequeña muestra de las vidas anónimas, esperanzadas, temblorosas que pasaron por aquellos vagones.
Y es que la estación de Canfranc guarda en su perfil decimonónico el trasiego de destinos y misterios de toda una generación. Fue la gran puerta de acceso entre España y Europa en uno de los momentos más convulsos para el continente. Avatares de la historia y un fatídico accidente ferroviario en 1970 interrumpieron el tráfico de trenes en Canfranc.
Sin embargo, la rehabilitación por parte de ACCIONA del emblemático edificio y la creación de una nueva estación con una nueva playa de vías es ya una realidad que devolverá el susurro de las traviesas a un paisaje genuinamente ferroviario. Una oportunidad para la zona de regenerar ese sueño originario de modernidad y progreso que inspiró a la Estación Internacional de Canfranc hace ya casi un siglo. Acompáñanos en este recorrido por el pasado y por la promesa de un nuevo horizonte para Canfranc.
La estación de Canfranc (España), situada al borde de los Pirineos aragoneses, fue inaugurada en 1928 por Alfonso XIII. Que figurara por entonces como la segunda más grande de Europa da pistas de la vocación de prestigio e influencia con la que fue concebida. La línea férrea fue planeada como la puerta grande entre Europa y España, lo que prometía, y así fue durante algunas épocas, el tránsito de mercancías, la emancipación de los artistas, el flujo de nuevos gustos estéticos e intelectuales y una mayor velocidad en las comunicaciones.
El edificio, con su fachada acristalada y un gusto novecentista que recuerda a la arquitectura francesa palaciega de la época, lucía 241 metros de largo, 12 de ancho, 75 puertas en cada lado y 365 ventanas (una por cada día del año). Un sofisticado escaparate de España para los viajeros extranjeros que allí se apeaban.
Su carácter internacional obligó a instalar dos playas de vías, ya que las traviesas españolas tenían un ancho ferroviario diferente (el llamado ancho ibérico) y los viajeros debían cambiar de tren si querían seguir su camino al país fronterizo. Así, la estación contaba con doble de todo, andenes, taquillas, comisarías, aduanas… y un precioso vestíbulo en el interior de la estación para realizar los transbordos.
Desde que se cortara el tráfico de la línea internacional en 1970, todos estos datos, las descripciones de este icónico lugar, la función para la que fue levantada, se contaban en pretérito con un barniz de melancolía. Pero ahora, tras años de reclamaciones, la rehabilitación llevada a cabo por ACCIONA ha despertado a Canfranc de su letargo y la estación vuelve a ser escrita en un presente continuo lleno de oportunidades.
El cometido de ACCIONA en esta nueva Canfranc ha sido un ejercicio meticuloso y orfebre por regenerar su elegancia respetando la fisonomía del pasado, por homenajear su legado histórico y por crear una nueva estación que revitalice la zona como lo hizo entonces.
El plan de rehabilitación de la antigua estación de Canfranc, acometido por una UTE formada por ACCIONA y Avintia, partía con tres objetivos muy claros:
- La recuperación del edificio histórico de la nueva estación, respetando sus volúmenes y los elementos ornamentales que caracterizan su apariencia original. Este edificio acoge un hotel de cinco estrellas con más de 100 habitaciones en el que el icónico vestíbulo de tránsito es de uso público a pesar de albergar la recepción del complejo.
- La creación de una nueva estación internacional con una nueva playa de vías y nuevos andenes. Una superficie total de casi 1.000 m2 con servicios para los viajeros.
- La recuperación del entorno creando una nueva zona urbana donde estuvo la antigua playa de vías. Alrededor de 13 hectáreas de viviendas, comercios, servicios hosteleros. Todo con la misma estética ferroviaria para que el que se adentre en el lugar quede envuelto por la esencia de la antigua estación de Canfranc.
El gótico revolucionó la edificación a lo largo de los siglos XII y XIII con sus catedrales, ideando elementos arquitectónicos impensables capaces de repartir las fuerzas de las bóvedas hacia el exterior, de elevar los espacios y de abrir los muros a la luz mágica de grandes vidrieras de colores. Pues bien, para muchos, las nuevas catedrales del siglo XIX fueron las estaciones de tren.
La estación de Canfranc es un ejemplo de la agudeza técnica de aquel tiempo. Durante el proyecto de rehabilitación ejecutado por ACCIONA, siempre con el precepto en la mente de salvaguardar el aspecto original de volúmenes y ornamentos, los ingenieros y operarios se sorprendieron al encontrar un edificio con una definición ejemplar de los espacios a pesar de los medios disponibles hace 100 años.
Una obra que en su momento necesitó del desvío y la nueva canalización del río Aragón, la explanación de 20 hectáreas, muros de contención, defensa en las laderas, la apertura del túnel de Somport (una longitud horadada de 7.874,81 m) y la construcción, con el material extraído, de unos rellenos de 12 metros de profundidad, casi los mismos que la altura del edificio principal.
La estación Internacional de Canfranc fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 2002. Precisamente, gracias a esa soberbia ejecución arquitectónica con la que fue construida en el pasado y al imperativo en su rehabilitación de conservar hasta el último detalle de su semblante originario, la sostenibilidad y la economía circular han estado presentes durante todo el proyecto de regeneración de ACCIONA.
“En Canfranc no sobra nada ni se necesita nada nuevo”, ha sido el mantra de las labores a pie de obra: manteniendo las cerchas sin tabicar, guardando los elementos ferroviarios antiguos para su posterior integración, reutilizando los materiales que a golpe de vista parecían escombro…
Como ejemplo, durante los trabajos se llevó al lugar una machacadora que permitía revalorizar tierras y materiales residuales de algunas zonas para, posteriormente, reutilizarlos como materias primas en otras. Además, con los restos de demolición de los suelos se ha contribuido a la regeneración medioambiental de una cantera cercana a la estación.
La llegada del ferrocarril a Canfranc supuso el desarrollo de la economía y el progreso para la localidad y para todo el territorio. La regeneración de la Estación Internacional, el nuevo ir y venir de trenes y viajeros, será un nuevo impulso para zona.
Este proyecto no solo significa el cuidado del patrimonio artístico e histórico, la memoria del lugar, sino una reactivación de la economía, de las oportunidades laborales, del turismo y una ayuda incalculable para frenar la despoblación de una de las zonas más castigadas de la España vacía.
Fuentes: ACCIONA, El Heraldo, Jot Down, Barceló
La rehabilitación de Canfranc será una ayuda incalculable para frenar la despoblación de una de las zonas más castigadas de la España vacía.
Hoy la ciudad de Cebú exhibe una espectacular obra de ingeniería que pondrá de nuevo a Filipinas en ruta hacia el progreso y la mejora de sus comunicaciones: el puente atirantado construido por ACCIONA. Descúbrelo.